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El Buscador de Jorge Bucay

Iniciado por Ahorén, Junio 08, 2012, 16:32:02

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Ahorén

Ahí os dejo un cuento de Jorge Bucay
EL BUSCADOR
Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador.
Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco esa
alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda.
Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer
caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó
todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó Kammir, a lo
lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la
atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y
flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera
lustrada... Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo
y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspaso
el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas
como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos eran los de un buscador, quizá por eso
descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción ... "Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2
semanas y 3 días". Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente
una piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado
en ese lugar... Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado,
también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía "Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3
semanas". El buscador se sintió terrible mente conmocionado. Este hermoso lugar, era un
cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el
tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el
que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se
sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por
un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No, ningún familiar - dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay
en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible
maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?.
El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí
tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le
regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros
que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en
ella: a la izquierda que fue lo disfrutado..., a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a
su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de
conocerla?...¿Una semana?, dos?, ¿tres semanas y media?... Y después... la emoción del primer
beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? ... ¿y el embarazo
o el nacimiento del primer hijo? ..., ¿y el casamiento de los amigos...?, ¿y el viaje más
deseado...?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano...?¿Cuánto duró el
disfrutar de estas situaciones?... ¿horas?, ¿días?... Así vamos anotando en la libreta cada
momento, cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de
lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero
tiempo vivido.
Musculgofioman_Ali

Gofionero en Evobas

Perséfone

Me encantan los cuentos de Jorge Bucay, Ahoren.
Pero yo creo que tanto lo disfrutado como lo penado debe contar
a la hora de hacer recuento en nuestra vida, no sólo lo bueno,
porque algunas veces pasar por un mal momento, nos hace más fuertes, nos hace reencontrar una gran
fuerza en nuestro interior, que nos hace avanzar y quien sabe, o seguramente, nos
lleve por un camino inesperado pero beneficioso para nosotros.
Así que para mi todo cuenta.  :)

Perséfone

Galletitas


A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará aproximadamente una hora en llegar a la estación.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista, luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa.
Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del andén. Mientras hojea la revista, un joven se sienta a su lado y comienza a leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela despreocupadamente.
La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente.
Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita.
La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, el muchacho cada vez más divertido.
Finalmente, la señora se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última galletita. " No podrá ser tan caradura", piensa, y se queda como congelada mirando alternativamente al joven y a las galletitas.
Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a la señora.
- ¡Gracias! - dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.
- De nada - contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad.
El tren llega.
Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: " Insolente".
Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas...  ¡Intacto!

Autor: Jorge Bucay.


Speed

que cuentos mas interesantes, nunca me acostare sin saber algo nuevo =-)

Ahorén

Están muy bonitos... el cuento que acabas de exponer Perséfone, ya lo había leído... no sabía que era de Jorge Bucay. En cuanto al mío opino lo mismo que tu, pero me pareció tan bonito el cuento que lo quería poner.
Musculgofioman_Ali

Gofionero en Evobas

Fasgort

#5
Pues el tal Jorge Bucay debe ser bastante copión o tuvo MUCHA CASUALIDAD al contar una historia tan parecida como a la de Rosa Montero.

http://elpais.com/diario/2005/05/17/ultima/1116280802_850215.html

Habría que ver quien tiene más antiguedad.

PD: No encuentro mucho pero parece que ese cuento es del 2006. O sea, posterior y por tanto con ideas de otros escritores, ejem.

Demiurgo

Cita de: Fasgort en Septiembre 19, 2012, 07:28:11
Pues el tal Jorge Bucay debe ser bastante copión o tuvo MUCHA CASUALIDAD al contar una historia tan parecida como a la de Rosa Montero.

http://elpais.com/diario/2005/05/17/ultima/1116280802_850215.html

Habría que ver quien tiene más antiguedad.

PD: No encuentro mucho pero parece que ese cuento es del 2006. O sea, posterior y por tanto con ideas de otros escritores, ejem.

sí, me medio-leí un libro suyo y todo eran relatos e historias copiadas, cambiaba los personajes o el entorno y se quedaba tan pancho;

va diciendo que le gusta llegar a la gente con las historias, con el transfondo que hace despertar la reflexión, pero a la hora de citar fuentes se le olvida ... xD
 
"Vivir con modestia, pensar con grandeza."

Ahorén

Que copiada!!!!! O_O!!!
Musculgofioman_Ali

Gofionero en Evobas

Perséfone

EL OSO



Esta historia habla de un sastre, un zar y su oso.
Un día el zar descubrió que uno de los botones de su chaqueta preferida se
había caído.
El zar era caprichoso, autoritario y cruel (cruel como todos los que se enmarañan
por demasiado tiempo en el poder), así que, furioso por la ausencia del botón
mandó a buscar a su sastre y ordenó que a la mañana siguiente fuera
decapitado por el hacha del verdugo.
Nadie contradecía al emperador de todas la Rusias, así que la guardia fue
hasta la casa del sastre y, arrancándolo de entre los brazos de su familia lo
llevó a la mazmorra del palacio para esperar allí su muerte.
Cuando, cayo el sol un carcelero le llevó al sastre la última cena, el sastre
revolvió el plato de comida con la cuchara y, mirando al carcelero dijo:
–!Pobre del zar!.
- El carcelero no puedo evitar reírse - ¿Pobre del zar?, dijo, pobre de ti, tu
cabeza quedará separada de tu cuerpo unos cuantos metros mañana al amanecer
- Si, lo sé, pero mañana en la mañana el zar perderá mucho más que un
sastre, el zar perderá la posibilidad de que su oso, la cosa que más quiere en
el mundo, su propio oso, aprenda a hablar.
- ¿Tú sabes enseñarle a hablar a los osos?, preguntó el carcelero sorprendido.
- Un viejo secreto familiar... – dijo el sastre.
Deseoso de ganarse los favores del zar, el pobre guardia corrió a contarle al
soberano su descubrimiento:
¡¡El sastre sabía enseñarle a hablar a los osos!!
El zar se sintió encantado. Mandó rápidamente a buscar al sastre y le ordenó:
-¡¡Enséñale a mi oso a hablar!!
-Me gustaría complaceros majestad, pero la verdad, es
que enseñar a hablar a un oso es una ardua tarea y lleva tiempo... y
lamentablemente, tiempo es lo que menos tengo...
-El zar reflexionó unos momentos, y preguntó:
- ¿cuánto tiempo llevaría el aprendizaje?
- Bueno, depende de la inteligencia del oso... Dijo el sastre.
- ¡¡El oso es muy inteligente!! – interrumpió el zar
– De hecho, es el oso más inteligente de todos los osos de Rusia.
-Bueno, musitó el sastre... si el oso es inteligente... y siente deseos de
aprender... yo creo... que el aprendizaje duraría... duraría... no menos de......
DOS AÑOS.
El zar pensó un momento y luego ordenó:
- Bien, tu pena será suspendida por dos años, mientras tanto tú entrenarás al
oso. ¡Mañana empezarás!
- Alteza - dijo el sastre – Si tu mandas al verdugo a ocuparse de mi cabeza,
mañana estaré muerto, y mi familia, se las ingeniará para poder sobrevivir.
Pero si me conmutas la pena, yo tendré que dedicarle tiempo a trabajar, no
podré dedicarme solamente a tu oso... debo mantener a mi familia.
- Eso no es problema – dijo el zar – A partir de hoy y, durante dos años, tú y tu
familia estarán bajo la protección real. Serán vestidos, alimentados y educados
con el dinero de la corte y nada que necesiten o deseen, les será negado...
Pero, eso sí... Si dentro de dos años el oso no habla... te arrepentirás de haber
pensado en esta propuesta... Rogarás haber sido muerto por el verdugo...
¿Entiendes, verdad?.
- Sí, alteza.
- Bien... ¡¡Guardias!! - gritó el zar –Que lleven al sastre a su casa en el
carruaje de la corte, denle dos bolsas de oro, comida y regalos para sus niños.
Ya... ¡¡Fuera!!.
El sastre en reverencia y caminando hacia atrás, comenzó a retirarse mientras
musitaba agradecimientos.
- No olvides - le dijo el zar apuntándolo con el dedo a la frente – Si en dos
años el oso no habla...
Cuando todos en la casa del sastre lloraban por la pérdida del padre de
familia, el hombre pequeño apareció en la casa en el carruaje del zar,
sonriente, eufórico y con regalos para todos.
La esposa del sastre no cabía en su asombro. Su marido que pocas horas antes
había sido llevado al cadalso volvía ahora, exitoso, acaudalado y exultante...
Cuando estuvo a solas el hombre le contó los hechos.
- Estás LOCO – chilló la mujer – enseñar a hablar al oso del zar. Tú, que ni
siquiera has visto un oso de cerca, ¡Estás, loco!
Enseñar a hablar al oso... Loco, estás loco...
- Calma mujer, calma. Mira, me iban a cortar la cabeza mañana al amanecer,
ahora... ahora tengo dos años... En dos años pueden pasar tantas cosas
En dos años... – siguió el sastre - se puede morir el zar... me puedo morir
yo... y lo más importante... y si el ¡¡oso habla!!

Genial. Yo me quedo con sus enseñanzas. :)

Fasgort

Es que son enseñanzas copiadas, pequeña Perséfone. No creo que al resto de autores de donde coge las ideas les parezca correcto.

Perséfone

No creo que las enseñanzas pertenezcan a nadie, seguramente ellos, los otros autores, las aprendieron de otros, Fasgort.
Las enseñanzas nos enseñan algo, no creo que sea de mucha
importancia si la aprendes de uno u de otro.
Lo importante al final es eso, lo que te enseñan. :)

Fasgort

Cita de: Perséfone en Septiembre 20, 2012, 12:50:42
No creo que las enseñanzas pertenezcan a nadie, seguramente ellos, los otros autores, las aprendieron de otros, Fasgort.
Las enseñanzas nos enseñan algo, no creo que sea de mucha
importancia si la aprendes de uno u de otro.
Lo importante al final es eso, lo que te enseñan. :)

Vale, vamos a cambiar la palabra enseñanzas por historias. Son historias copiadas de otros autores.

Perséfone

Está bien Fasgort. Me he leido muchos libros de Jorge Bucay, y en sus cuentos
siempre cita las fuentes de donde los extrae, él dice que sus libros son una
recopilación de historias que ha ido leyendo a lo largo de su vida, y algunas
adaptaciones que hace. No se aplica la autoría. Me pregunto de donde habrá salido
la historia de las galletitas, ¿ si fué en una cafetería o en una estación de tren?,
¿quién fué su autor original?, o si sólo fué algo que pasó
y, que los demás han ido contando, dando una versión distinta cada vez. :)


Perséfone

Me gustaría ser




Una tarde, hace muchísimo tiempo, Dios convocó a una reunión.
Estaba invitado un ejemplar de cada especie.
Una vez reunidos, y después de escuchar muchas quejas,
Dios soltó una sencilla pregunta: " ¿ Entonces qué te gustaría ser?";
a la que cada uno respondió sin tapujos y a corazón abierto:
La jirafa dijo que le gustaría ser un oso panda.
El elefante pidió ser mosquito.
El águila, serpiente.
La liebre quiso ser tortuga, y la tortuga, golondrina.
El león rogó ser gato.
La nutria, carpincho.
El caballo, orquídea.
Y la ballena solicitó permiso para ser zorzal...
Le llegó el turno al hombre,
quien casualmente venía de recorrer el camino de la verdad,
hizo una pausa, y esclarecido exclamó:
" Señor, yo quisiera ser... feliz"

Vivi García.